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El domingo 15 de agosto se despidieron los cincuenta peregrinos franceses acogidos en Coria con la celebración de la eucaristía y una comida compartida entre los peregrinos, las familias de acogida y los voluntarios. Se puso así fin a esta experiencia de iglesia universal para la ciudad. A la puerta del autobús que les llevaba a Cáceres, algunas lágrimas de emoción y agradecimiento se derramaron.
Agradecer a las familias que han acogido a estos jóvenes en sus hogares y a los voluntarios y voluntarias e nuestra ciudad su trabajo desinteresado y bien hecho. Al igual que agradecer a instituciones y grupos que nos han ayudado a que estos días hayan sido posibles. Al grupo rociero de Coria por sus bailes, que tanto gustaron a los peregrinos; a las dos parroquias de la ciudad por cedernos sus locales, a la cofradía Virgen de Argeme, al Excelentísimo Ayuntamiento de Coria, y a tantos donantes anónimos que han hecho posible que no tenga coste alguno esta estancia de los jóvenes entre nosotros.
Tened por seguro que de esta ciudad se va a hablar muy bien en la diócesis de Pontoise, al norte de Paris
Julián Carlos Pérez
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