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La peregrinación a Fátima ha sido el plato fuerte para muchos de los peregrinos que comparten los DED en la Diócesis de Coria-Cáceres. 1300 jóvenes, la gran mayoría peregrinos de otros países, compartieron el sábado 13 de agosto un día de peregrinación al Santuario de la Virgen de Fátima en Portugal. La Delegación de Infancia y Juventud quería ofrecer esta actividad a los jóvenes debido a la proximidad con el país vecino. Muchos grupos han elegido esta diócesis expresamente porque tenían la posibilidad de visitar Fátima.
El P. Fernando Alcázar, subdelegado de Infancia y Juventud de la Diócesis, cree que "es la mejor forma de empezar la JMJ, por cuanto que la Virgen de Fátima mueve los corazones de todos los jóvenes". André Azrak, sacerdote que acompaña al grupo venido de Siria, reconocía que uno de los motivos por los cuales habían decidido venir a la diócesis cacereña “porque habíamos visto en el programa que cabía esta posibilidad, ya que muchos peregrinos sólo vendrían si se podían acercar a Lourdes, pero como no era posible, Fátima parecía igualmente atractivo para ellos”.
La peregrinación a Fátima ha coincidido con una peregrinación internacional que conmemoraba el 94º aniversario de la cuarta aparición de la Virgen de Fátima. En la Eucaristía, presidida por el obispo de Cabo Verde D. Arlindo Gomes Furlado y concelebrada por 15 obispos y 230 sacerdotes, se dieron cita 50 peregrinaciones distintas de todo el mundo. “Allí debía haber más de cincuenta mil personas –comentaba Miguel Ángel González, párroco de San Eugenio de Cáceres– porque nosotros éramos mil trescientos y parecíamos una manchita en medio de toda la explanada del santuario”.
El número de peregrinos en Fátima ha sorprendido a todos los jóvenes. Gema Fernández, joven de la barriada de Ceres Golf, en Cáceres, afirmaba que “me impactó ver a tanta gente, además, con una gran cantidad de banderas de todos los países, pareces nadie, aunque sabes que formas parte de de algo tan grande como es la Iglesia”. Comprobar que la Iglesia es más que la pequeña comunidad a la que se pertenece es otro de los motivos que animó a venir a la JMJ a los jóvenes sirios: “Es la primera vez que ven una masa tan grande orando junta –dice el P. André-, han oído hablar muchas veces de la Iglesia universal, de las peregrinaciones, pero es la primera vez que pueden verlo con sus propios ojos; y, aunque no son del todo practicantes, alguno ha llorado viendo pasar la imagen de María delante de ellos”.
La Eucaristía internacional, que se alargó a las tres horas y celebrada en seis idiomas, fue vivida con intensidad por los jóvenes, Tania e Isabel, de la barriada de Aldea Moret, no podían ocultar al siguiente día que “nos encantó, a pesar de las muchas horas de duración”. Además, la peregrinación de la diócesis tuvo una mención especial durante la homilía donde Monseñor Arlindo saludó al obispo cacereño: “Saludo con mucho afecto a nuestros hermanos y hermanas peregrinos de lengua española, en particular, a mi hermano Obispo de Coria-Cáceres, aquí presente. Que Nuestra Señora de Fátima, os bendiga y os acompañe siempre”.
26 autobuses llevaron a los peregrinos filipinos, canadienses, indios, brasileños, estadounidenses, franceses, paquistaníes, australianos, italianos, iraquíes y malauies, que comparten estos días en la diócesis. Toda una caravana que partió desde todos los rincones, ya que los peregrinos están distribuidos por todos los pueblos de la diócesis, desde la zona norte, Hurdes y Sierra de Gata, hasta la zona más meridional de Montánchez. A la grandeza de los números se unió la significación del día por ser "una jornada tan especial y providencial, pues en sábado y 13 se produjeron casi todas las apariciones".
A muchos jóvenes les sorprendió, además, la gran fe que manifestaban los gestos de las personas que durante el día se acercaban a la imagen de la Virgen y que, de rodillas, giraban en torno a la pequeña capilla de las apariciones. También durante la Eucaristía llamó la atención la procesión del ofertorio, donde durante más de 20 minutos una fila interminable de fieles fue depositando su aportación de trigo, con el que se harán las formas que se consumirán durante el año en las diversas eucaristías que allí se celebren. “Hasta gente con muletas traían sus pequeños saquitos, comentaba Miguel Ángel González, algunos incluso trajeron sacos de 25 kilos”.
El obispo Arlindo quiso concluir su homilía recordando que en el mundo hay personas que son peregrinos lejos de su tierra por necesidad y agradeció la generosidad de todos aquellos que los acogen, representados también en los que durante los días en las diócesis acogen a otros hermanos cristianos, tarea que requiere a veces esfuerzo y arrojo. “Al principio te echa un poco para atrás porque es alguien extraño –comenta Gema Fernández–, pero al hablar con las que tenemos en casa y aprender cosas de su cultura te acerca mucho”.
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