En el tiempo de Cuaresma, más de 600 personas pasaron por nuestros centros diocesanos de espiritualidad. Un número importante de ellos, más de 250, realizaron algún día de retiro, ejercicios espirituales, desiertos de oración, etc. Otros se reunieron para celebrar reuniones y encuentros de familias religiosas, grupos eclesiales, etc.

Esto muestra la importancia de cuidar nuestros centros de espiritualidad como lugares de acogida. “Como posadas en las que el Buen Samaritano, Cristo, pueda curarnos, reconstruirnos por dentro y el Espíritu de Jesús animarnos a la misión sintiéndonos enviados a proclamar el Reino de Dios con nuestra vida”, explica el nuevo delegado de Espiritualidad Jaime Rubio.

En los retiros y ejercicios espirituales el Delegado de Espiritualidad saludó a los participantes y ofreció su colaboración a los sacerdotes que dirigían los encuentros. “Ciertamente hay una necesidad creciente en el corazón y en la vida de muchos de redescubrir y profundizar la presencia de Dios en su existencia, en la vida cotidiana, en las tareas, ocupaciones y preocupaciones de cada día”, aclara Rubio.  “El Señor ha venido para que tengamos vida  y la tengamos abundante (Jn 10,10). Y la vida abundante no se da al margen del manantial de Cristo que es el Espíritu Santo”.

Los centros de espiritualidad pretender cuidar y mimar la vida del espíritu, la vida interior, el encuentro con Cristo Resucitado. “Su presencia muchas veces es callada, silenciosa y operativa; y debe ser reconocida, celebrada y vivida en el silencio de la oración y en los encuentros con los hermanos con quienes compartimos esta fe y este gozo de vivir en el Señor”, afirma el delegado de espiritualidad.

La Delegación de Espiritualidad se ofrece para comunicar más información sobre las actividades de los Centro Diocesanos de espiritualidad, así como reflexiones o material de oración, etc, pueden enviar su correo a espiritualidad@diocesiscoriacaceres.es

El objetivo, según Jaime Rubio, delegado de Espiritualidad, es crecer por dentro para servir por fuera. “Todo para que podamos crecer por dentro y trabajar por un mundo mejor hacia fuera y hacer así presente a Jesucristo y su mensaje, su persona y su obra, porque “el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios” (Jn 3,3)”