Quiero aprovechar la oportunidad que me da el semanario diocesano, para escribir unas palabras sobre el campamento del Arciprestazgo de Alcántara que cada año organiza en las instalaciones de cáritas en Villamiel.

Este año, cerca de 90 niños de nuestra diócesis y de otros lugares han dado la vuelta al mundo en diez días han hecho un recorrido por los cincos continentes de nuestro planeta viviendo aventuras inexplicables. El viaje ha sido trepidante  lleno de aventuras que los niños no olvidarán. Cada año nuestro amigo Jesús nos regala y nos invita a vivir una aventura campamental, por eso siempre le damos las gracias por esos diez días, por cada jornada vivida, por cada hora y cada instante que pasamos en convivencia y armonía.

El año pasado cumplimos 25 años y lo celebramos con mucha alegría y recordando momentos inolvidables. Estos 25 años ya forman parte de nuestras vidas y hemos vivido experiencias que dejan huellas.

Un cuarto de siglo fomentando y trabajando valores cristianos por medio del ocio y él tiempo libre. 25 años de aventuras y amistad de diversión de mucho trabajo y esfuerzo pero plenamente recompensado. 5 lustros años haciendo felices a cientos de niños de nuestras parroquias, de experiencias inolvidables de recuerdos y anécdotas. Y fomentando el compañerismo y la convivencia, donde los niños han aprendido a ser más tolerantes a compartir con los demás, a hacer amigos, a integrarse y trabajar en grupos.   

25 años transmitiendo valores como la solidaridad, la amistad, el respeto a los demás y a la naturaleza, colaborando entre ellos en las distintas actividades con diálogo, creatividad y responsabilidad. Aprendiendo a vivir y adquirir valores cristianos y humanos, siendo Jesús nuestro guía y nuestra luz.

En definitiva, 25  años de aventuras, de compañerismo y convivencia, de cooperación de juegos y actividades lúdicas y educativas.

Gracias a todos los niños que a lo largo de estos años han participado en el campamento: sin vosotros estas aventuras campamentales no serían posibles. Gracias a todo el equipo desde la dirección, monitores, cocineras, enfermera… etc., que año tras año desinteresadamente hacéis felices a cientos de niños y que puedan vivir otra aventura campamental.

Y  una mención especial para nuestro gran amigo y director que fue Ceferino. Que Dios lo tenga en su Gloria por todo lo que nos enseñó y nos transmitió.

Y a nuestro querido Señor Obispo por animarnos a que continuemos con esta labor tan maravillosa que hacemos con los niños de nuestras comunidades parroquiales.

Arturo Gil.