El domingo 19, se celebró por primera vez en nuestra Diócesis el Envío Diocesano de Catequistas. Más de 200 personas quisieron homenajear a D. Paco Neila y dar la bienvenida al nuevo Delegado de Catequesis, D. Roberto Rubio, que había organizado con mucha ilusión una tarde llena de sorpresas, de renovación y de compromiso.

Los salones de la parroquia Beato Marcelo Spínola de Cáceres se fueron llenando de jóvenes, de amigos, de familias,  de aquellos y aquellas catequistas que lo primero que recibieron fue un gran agradecimiento por asistir y porque, en palabras de D. Roberto “la Iglesia sigue en pie por todos ellos”.

Si algo quiso dejar claro el nuevo delegado fue el objetivo principal de la inauguración del curso. En estos tiempos difíciles que vive la Iglesia, “tenemos que conocernos, querernos y apoyarnos”, hay que dar respuesta a la llamada del Papa Francisco que pide una Iglesia misionera donde lo más importante sea la alegría. Por eso el lema de este año es “Catequistas de la Alegría en Sínodo”.

La música comenzó a sonar sorprendiendo a los asistentes y un grupo de personas interpretó una coreografía. Ataviados con trajes blancos, mostraron unas grandes láminas con rostros. Caras alegres que representaban a todos aquellos que de una manera u otra, forman parte de la delegación. Detrás de aquellas personas había palabras, letras que fueron componiendo el ritmo de la tarde.

Lo primero que se hizo fue homenajear a D. Paco, por haber entregado su vida a los demás. Nuestro obispo D. Francisco quiso resaltar su “disponibilidad, cercanía y fidelidad”, características con las que se “ha ganado el corazón” de las personas que se ha encontrado en su camino.

El sacerdote, no quiso desaprovechar la ocasión para dedicar unas palabras a los asistentes. Emocionado, agradeció el apoyo de su familia, de otros curas y por supuesto, de los catequistas. Un poema arrancó muchas sonrisas melancólicas en la sala y despertó en todos un sentimiento de esperanza, pues en la Iglesia no hay despedidas, D. Paco siempre estará ahí para tender una mano al que lo necesite.

D. Francisco tenía en mente que D. Roberto podría realizar bien la tarea, por eso, le envío a estudiar teología catequética en Madrid. El joven sacerdote, que confirmó que también será párroco del Casar de Cáceres, afronta este reto con ilusión y mucha responsabilidad. Aunque tendrá por delante mucho trabajo, su edad y su formación le ayudarán en esta labor tan importante, en la que la creatividad será el pilar de la delegación. Quiso tener presente a Santa Teresa de Jesús “en tiempos recios, son necesarios amigos fuertes de Dios”.

El nuevo delegado hizo una bonita comparación entre atriles, en la que fantaseó con una iglesia llena de jóvenes, de niños que siguen a Jesús después de realizar la Primera Comunión, de personas comprometidas con Cristo. D. Roberto, contando alguna anécdota, hizo ver a los presentes que esa Iglesia es posible, que con dedicación trabajará en un curso en el que “Cristo, será el Centro”. Y para demostrar que Jesús es el que nos da la fuerza, el grupo de jóvenes realizó una hermosa representación: las velas y la música ambientaron un momento muy especial, un encuentro íntimo y de oración.

Como no podía ser de otra manera, el Sínodo fue otro de los grandes protagonistas de la tarde. La delegación no ha querido organizar muchas actividades para que los catequistas se centren en esta etapa tan importante. Por ello, la creación de grupos sinodales será fundamental. Con un powerpoint, se presentó la programación propiamente dicha en la que se publicaron algunas fechas importantes como un Curso de Iniciación y Reciclaje para Catequistas (20 de diciembre) o la Peregrinación a Ávila para descubrir la influencia de Santa Teresa en la catequesis.

Una frase puso el punto y final a esta jornada, la frase de D. Roberto: “Adelante, siempre adelante con la Alegría que nos da Jesucristo”.

La tarde finalizó en el altar. Después de rezar las Vísperas, el Obispo envió a nuestros misioneros a evangelizar, a caminar juntos con Cristo para buscar, renovar y fortalecer la fe.